viernes, 13 de septiembre de 2013

Epístola N°3: Declaración de Amor Universal

Déjate caer en mi sonrisa para poder alimentar la tuya, déjate caer en mi mirada y no habrán parpadeos que interrumpan tus sueños, déjate caer en mis labios para habitar en tu palabra y así sentir y decir al mismo tiempo, déjate caer en mi mente para ayudarte a soportar el cansancio de los días curándote con noches. Déjate caer en mi espalda para compartir el peso de la vida y recibir el milagro de la compañía, déjate caer en mis versos para inundar tu nombre con el elixir del verbo, déjate caer en mi misterio para colmar tus respiros con la fantasía de un mago enamorado, déjate caer en mi corazón para sangrar contigo en cada latido y que así nuestras vidas se unan sin reparo.
Déjate caer en mi experiencia para proteger tu sabia inocencia con murallas inderrumbables, déjate caer en mi calor en los días de invierno y en mi frío en los días rusientes del verano, déjate caer en mi amistad para que ese lazo una nuestros espíritus como defensa en las horas del terror, déjate caer en mis brazos para protegerte del temor y del miedo en sí mismo y que con las manos en alabanza puedas vencerlos por ti misma en la vieja ciudad de cemento, déjate caer en mis plegarias para que el ser que nos cuida desde arriba ponga énfasis en ti, déjate caer en mi esperanza para convertirme en la paloma bravía que esquiva a los cazadores hasta dejar su mensaje, déjate caer en mi silencio para demostrarte que en el vacío el sonido no requiere de una voz, déjate caer en mi sentencia para poder compartir contigo mi máxima conclusión.
Sólo soy un ser humano, falible, empapado de defectos y errores pero con determinante actitud para enmendarlos. Tengo muchas verdades que decir pero nada es más certero y auténtico en mi vida que decir te amo mirándote a los ojos y tener tiempo para verme reflejado en ellos. Te pido que te dejes caer en todos mis elementos y aun así, si decides no hacerlo, quiero que sepas que el camino a la vida que te hará feliz no ha sido construido por mí ni mucho menos reformado. Esta es sólo mi mayor declaración de amor. Aquel camino existe desde siempre, desde el año cero.
Cuando tengas penas, llanto, dolor, pesadumbre, cuando te sientas cansada y se te escape el sueño, cuando te fijes en todo y no veas nada, cuando creas que no existe solución déjate caer pero ya no en mis brazos pues te habré fallado. Cuando el peso te venza y el suelo te invite al desmayo, cuando las lágrimas ahoguen tu grito desesperado, recuerda que siempre tuviste la solución en tus manos. Cuando todo esto suceda, déjate caer pero en las manos de Dios.