Buenos días querida amiga:
Duermo todos los días pero hace
muchos que no sueño. En este momento, el imperio de la madrugada me ha
permitido sentir y decir al mismo tiempo y, por qué no, escribir esa mezcla
exquisita que abunda en mi ser desde los tímidos cuatro años de existencia,
cuando todavía no sabía siquiera tomar correctamente la lapicera. Pues bien, me
desborda la buena intención de compartir contigo algunas interrogantes, lugares
comunes, tribulaciones propias de un tonto gris enamorado, nunca tan gris,
enamorado y tonto.
¿Cuánta gente tiene la fortuna de
saber mirar y distinguir a alguien especial entre el tumulto? ¿Cuántos pueden,
al momento de leer estas cortas líneas, levantar la mano y decir “yo fui capaz de encontrar lo bello de un día
frío, nublado y abstruso”? ¿”De hallar una flor reluciente en el medio de un extenso
e inhóspito páramo”? ¿Cuántos pueden entrar a una enorme biblioteca y desde el
pórtico saber cuál es el libro que desean leer? Expresándome de manera metafórica,
la vida no es más que una caja de bombones surtidos donde no puedes ir probando
cuál es tu bombón favorito hasta quedarte con uno definitivamente. Por lo menos
no lo es para mí. El arte de esta vida repleta de chocolate es saber apreciar
cuál es el bombón (persona) que marca la diferencia en la caja (mundo) simplemente
con observarla una única vez. Con eso basta. En el tránsito por el mundo de los
vivos, lo mágico es poder elegir a alguien como amigo, como pareja, como
complemento, como cómplice entre una marea de personas porque reconoces en él o
ella a alguien muy especial y distinto al resto, alguien que te hace mejor persona
con su simple compañía.
Voy a tomarme la licencia para
ser positivo en los próximos renglones. Imaginemos que estuviste preparado para
distinguir alguien especial entre el tumulto, que pudiste encontrar lo bello de
un día frío, que encontraste una flor reluciente en el medio de un páramo y, al
final de todo, fuiste capaz de escoger el bombón que deseas de toda la caja entonces,
ello significa que recibiste la magia que te permite elegir a un amigo, pareja,
complemento y/o cómplice, ese alguien especial que se diferencia del resto.
Sin embargo, has de saber que las
personas tenemos defectos y virtudes, dones y carencia de ellos, que en muchas
ocasiones a la humanidad le resulta más fácil destruir que construir y que la
ceguera va más allá de la pérdida del sentido literal de la vista. Sucede que a
veces podemos tener frente a nosotros un milagro y no percatarnos de él, aunque
nos pellizque las mejillas o nos bese la frente o la nariz porque esa es la
naturaleza del hombre y la mujer, mirar cómo pasa el agua de un río y luego
querer bañarse en ella. Y no sólo eso ocurre. En ciertas ocasiones, las personas
que fueron capaces de identificar a sus personas especiales padecen de estados
de amnesia temporal o divagación sentimental extrema, dejando los sentimientos
al albur propio del lanzamiento de los dados, permitiendo que frases como “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”
entren en la cotidianeidad de sus parlamentos.
En mi vida, no tengo tiempo para
esas cosas. Me he equivocado lo suficiente como para necesitar más caídas que
sólo me harían recordar cosas que ya aprendí. He conminado a la sapiencia, a la
verdadera. No a la que se entiende como sabiduría en conocimientos sino a
aquella que te hace recordar que no hay que cometer los mismos errores varias
veces y que también es bueno aprender de los errores de los demás, de sus
experiencias, no haciendo necesaria la vivencia propia a cada momento.
Yo he podido distinguir a alguien
especial entre el tumulto, un bombón dentro de esta inmensa caja llamada Planeta
Tierra, he sido capaz de valorarla sin requerir grandes extensiones de tiempo
ni vivencias extremas, sin pedir cosas a cambio ni esperar compensaciones
divinas. Gracias a esa persona pude ver lo positivo de un día nublado, abstruso
y decaído porque siempre tenía una sonrisa que compartir. Era un cascabel que
nunca dejaba de sonar, una personita que mostraba un universo inconmensurable
en sus ojos y un brillo especial bordeando sus pupilas. Alguien que se
convirtió en mi amiga y que el día de hoy celebra un acontecimiento por demás
especial, que merece ser celebrado de una y mil maneras, que debe ser sonreído
y reído hasta el cansancio, que debe colmar con felicidad la cajita de cristal
que tiene por corazón. Ese, sin duda es mi deseo. Todos los días nacen personas
en todo el mundo pero personas tan especiales como tú nacen muy
excepcionalmente. Dichosos aquellos que pueden compartir un pequeño espacio de
tu vida.