domingo, 1 de diciembre de 2013

Bombón

Buenos días querida amiga:

Duermo todos los días pero hace muchos que no sueño. En este momento, el imperio de la madrugada me ha permitido sentir y decir al mismo tiempo y, por qué no, escribir esa mezcla exquisita que abunda en mi ser desde los tímidos cuatro años de existencia, cuando todavía no sabía siquiera tomar correctamente la lapicera. Pues bien, me desborda la buena intención de compartir contigo algunas interrogantes, lugares comunes, tribulaciones propias de un tonto gris enamorado, nunca tan gris, enamorado y tonto.
¿Cuánta gente tiene la fortuna de saber mirar y distinguir a alguien especial entre el tumulto? ¿Cuántos pueden, al momento de leer estas cortas líneas, levantar la mano y decir “yo fui capaz de encontrar lo bello de un día frío, nublado y abstruso”? ¿”De hallar una flor reluciente en el medio de un extenso e inhóspito páramo”? ¿Cuántos pueden entrar a una enorme biblioteca y desde el pórtico saber cuál es el libro que desean leer? Expresándome de manera metafórica, la vida no es más que una caja de bombones surtidos donde no puedes ir probando cuál es tu bombón favorito hasta quedarte con uno definitivamente. Por lo menos no lo es para mí. El arte de esta vida repleta de chocolate es saber apreciar cuál es el bombón (persona) que marca la diferencia en la caja (mundo) simplemente con observarla una única vez. Con eso basta. En el tránsito por el mundo de los vivos, lo mágico es poder elegir a alguien como amigo, como pareja, como complemento, como cómplice entre una marea de personas porque reconoces en él o ella a alguien muy especial y distinto al resto, alguien que te hace mejor persona con su simple compañía.
Voy a tomarme la licencia para ser positivo en los próximos renglones. Imaginemos que estuviste preparado para distinguir alguien especial entre el tumulto, que pudiste encontrar lo bello de un día frío, que encontraste una flor reluciente en el medio de un páramo y, al final de todo, fuiste capaz de escoger el bombón que deseas de toda la caja entonces, ello significa que recibiste la magia que te permite elegir a un amigo, pareja, complemento y/o cómplice, ese alguien especial que se diferencia del resto.
Sin embargo, has de saber que las personas tenemos defectos y virtudes, dones y carencia de ellos, que en muchas ocasiones a la humanidad le resulta más fácil destruir que construir y que la ceguera va más allá de la pérdida del sentido literal de la vista. Sucede que a veces podemos tener frente a nosotros un milagro y no percatarnos de él, aunque nos pellizque las mejillas o nos bese la frente o la nariz porque esa es la naturaleza del hombre y la mujer, mirar cómo pasa el agua de un río y luego querer bañarse en ella. Y no sólo eso ocurre. En ciertas ocasiones, las personas que fueron capaces de identificar a sus personas especiales padecen de estados de amnesia temporal o divagación sentimental extrema, dejando los sentimientos al albur propio del lanzamiento de los dados, permitiendo que frases como “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde” entren en la cotidianeidad de sus parlamentos.
En mi vida, no tengo tiempo para esas cosas. Me he equivocado lo suficiente como para necesitar más caídas que sólo me harían recordar cosas que ya aprendí. He conminado a la sapiencia, a la verdadera. No a la que se entiende como sabiduría en conocimientos sino a aquella que te hace recordar que no hay que cometer los mismos errores varias veces y que también es bueno aprender de los errores de los demás, de sus experiencias, no haciendo necesaria la vivencia propia a cada momento.

Yo he podido distinguir a alguien especial entre el tumulto, un bombón dentro de esta inmensa caja llamada Planeta Tierra, he sido capaz de valorarla sin requerir grandes extensiones de tiempo ni vivencias extremas, sin pedir cosas a cambio ni esperar compensaciones divinas. Gracias a esa persona pude ver lo positivo de un día nublado, abstruso y decaído porque siempre tenía una sonrisa que compartir. Era un cascabel que nunca dejaba de sonar, una personita que mostraba un universo inconmensurable en sus ojos y un brillo especial bordeando sus pupilas. Alguien que se convirtió en mi amiga y que el día de hoy celebra un acontecimiento por demás especial, que merece ser celebrado de una y mil maneras, que debe ser sonreído y reído hasta el cansancio, que debe colmar con felicidad la cajita de cristal que tiene por corazón. Ese, sin duda es mi deseo. Todos los días nacen personas en todo el mundo pero personas tan especiales como tú nacen muy excepcionalmente. Dichosos aquellos que pueden compartir un pequeño espacio de tu vida.