martes, 14 de junio de 2016

¿Quién, cómo, cuándo y dónde?


¿Quién la liberará de ese monstruo? ¿Aquel que la somete, hostiga, presiona y le procura una vida miserable? ¿El mismo que prometió cuidarla por encima de su propia vida y sólo en ocasiones le procuró una sonrisa a la deriva? ¿Aquel que la hizo llorar tanto que sus ojos se convirtieron en lagunas, que le quitó las ganas de vivir y sacó lo peor de ella?

¿Cómo llegó a ella ese monstruo tan deleznable? ¿Aquel que con nombre se identifica pero al mirarlo no se reconoce? ¿Cómo se transformó en esta especie de verdugo execrable y castigador eterno, que fue consumiendo su risa y alegría, reemplazándola por llanto y tristeza, sin premura ni consideración, sin miramientos ni pesadumbre, sin razón ni motivo?

¿Cuándo le abandonará la pena? ¿Acaso ella no merece una vida plena de felicidad, con amable compañía, rebosante de futuro y aletargado pasado, con hijos que al correr a su alrededor complementen su existencia y le maximicen las ganas de vivir, le den motivos para luchar cada día y la fuerza para ahuyentar a aquel monstruo indigno de compartir el mismo aire?



¿Dónde se encontrará la felicidad para ella? ¿Cuáles son las coordenadas del lugar donde los días y las noches no asustan ni pasan desapercibidos, donde se hospeda su risa y sonrisa, donde la hora de dormir presagia sueños lindos y no pesadillas, donde simplemente sea feliz en el sentido más completo que pueda existir? ¿Dónde estará el hombre ideal para ella? ¿Aquel que le dé fin a la vida del monstruo que por años la ha sometido, hostigado y procurado una vida miserable? ¿Aquel que prometió cuidarla por encima de su propia vida y que sólo la hizo llorar tanto que sus ojos se convirtieron en lagunas, que le quitó las ganas de vivir y sacó lo peor de ella?


Nadie sabe el orden de la vida y de la muerte. La historia sólo sabe de decisiones, buenas o malas. Quizá el primer paso para el cambio sea que ella decida quién, cómo, cuándo y dónde todo puede cambiar.