lunes, 30 de septiembre de 2013

Bendición


Bajo el cielo diáfano que se posa sobre nuestras cabezas vive el amor que nace cuando menos lo imaginamos, aquel que cambia el orden de nuestras prioridades y se entremezcla con el inicio de cada intento de raciocinio, aquel que nos entrega más de lo que pide porque no condiciona su existencia al acierto de una respuesta, no se viste de pregunta y menos de grandes expectativas, sólo nace y se adueña de una gran parte de nosotros.

Encima del mismo cielo vive la magia del amor que nos unifica con la persona que queremos, aquella a quien le regalamos nuestro primer pensamiento al despertarnos y por quien versamos una plegaria antes de apagar la luz para dormirnos. Bendito el amor correspondido, el de ida y vuelta, aquel que nos convierte en alguien nuevo y nos permite hacer de cada momento una oportunidad para enamorar nuevamente al ser que inequívocamente nos complementa, el que siempre nos causa un magnífico efecto de superhéroe.

Benditos los que aman día a día, sin pausas, sin interrupciones, los que son capaces de reconocer a aquella persona especial entre la multitud que camina hacia lugares diversos, los que no olvidan la razón que los hizo amar sin medidas ni cálculos, los que aman más allá de la contaminación a la que están sujetos cuando se vive en un mundo tan extraño como éste. Benditos los que viven bajo este mismo cielo y pasean sobre él sabiendo que el lugar donde más quieren estar al final del día es el hogar que construyeron sobre la base de cada latido, de cada beso, de cada discusión y de cada reconciliación. Benditos los que aman y tienen tiempo de recordar que son humanos hechos a imagen y semejanza de Dios. Benditos los que no necesitan el pronóstico del tiempo para saber cuándo habrá un día soleado porque les basta ver sonreír a la persona que aman para que el día sea una primavera de veinticuatro horas. Benditos los que caen pero no renuncian, los que temen pero enfrentan, los que lloran pero también ríen, los que sufren pero perdonan porque también son perdonados, los que aman más allá de los sentidos, benditos sean pues en ellos ha nacido el verdadero amor.



sábado, 28 de septiembre de 2013

Cantata para la niña estrella


Hay una noche inmensa en sus ojos, una mirada enclaustrada en la ventana de sus pupilas. Hay un océano en sus ojos, un mar bravío que busca burlar los límites de su naturaleza, como un tsunami poseso por la ira propia de no poder vivir causadas por las más cruentas razones de alguien que sólo trata de huir. Hay un espacio celeste en sus luceros vistiendo cual lienzo el verde páramo que habita su corazón y sobre eso no caben dudas ni murmuraciones. Hay una niña que baila alrededor del mundo sin requerir una melodía que la limite o le ponga pausa a su danza. Juega como si tuviera cinco años pero siente como sólo lo hace una persona longeva. Hay un universo en su pecho, lleno de abrazos y besos que no requieren extremidades ni labios para ser entregados. Ella es más tangible que cualquiera y tan mortal como el resto. En sus ojos hay noche pero en sus pies hay fiesta y tiene tiempo para todo aquel que se anime a contemplarla porque ella es de carne y de hueso, de aquí y de allá, deambula como ángel entre los caminos nuestros. La pensé y sin verla me devolvió la vista. Tuvo que partir sin que Dios lo dispusiera. Ella es noche y es fiesta y la veo brillar mientras va surcando el cielo camino a ser estrella”.
Dedicado al recuerdo de lo que no pudo ser.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Epístola N°3: Declaración de Amor Universal

Déjate caer en mi sonrisa para poder alimentar la tuya, déjate caer en mi mirada y no habrán parpadeos que interrumpan tus sueños, déjate caer en mis labios para habitar en tu palabra y así sentir y decir al mismo tiempo, déjate caer en mi mente para ayudarte a soportar el cansancio de los días curándote con noches. Déjate caer en mi espalda para compartir el peso de la vida y recibir el milagro de la compañía, déjate caer en mis versos para inundar tu nombre con el elixir del verbo, déjate caer en mi misterio para colmar tus respiros con la fantasía de un mago enamorado, déjate caer en mi corazón para sangrar contigo en cada latido y que así nuestras vidas se unan sin reparo.
Déjate caer en mi experiencia para proteger tu sabia inocencia con murallas inderrumbables, déjate caer en mi calor en los días de invierno y en mi frío en los días rusientes del verano, déjate caer en mi amistad para que ese lazo una nuestros espíritus como defensa en las horas del terror, déjate caer en mis brazos para protegerte del temor y del miedo en sí mismo y que con las manos en alabanza puedas vencerlos por ti misma en la vieja ciudad de cemento, déjate caer en mis plegarias para que el ser que nos cuida desde arriba ponga énfasis en ti, déjate caer en mi esperanza para convertirme en la paloma bravía que esquiva a los cazadores hasta dejar su mensaje, déjate caer en mi silencio para demostrarte que en el vacío el sonido no requiere de una voz, déjate caer en mi sentencia para poder compartir contigo mi máxima conclusión.
Sólo soy un ser humano, falible, empapado de defectos y errores pero con determinante actitud para enmendarlos. Tengo muchas verdades que decir pero nada es más certero y auténtico en mi vida que decir te amo mirándote a los ojos y tener tiempo para verme reflejado en ellos. Te pido que te dejes caer en todos mis elementos y aun así, si decides no hacerlo, quiero que sepas que el camino a la vida que te hará feliz no ha sido construido por mí ni mucho menos reformado. Esta es sólo mi mayor declaración de amor. Aquel camino existe desde siempre, desde el año cero.
Cuando tengas penas, llanto, dolor, pesadumbre, cuando te sientas cansada y se te escape el sueño, cuando te fijes en todo y no veas nada, cuando creas que no existe solución déjate caer pero ya no en mis brazos pues te habré fallado. Cuando el peso te venza y el suelo te invite al desmayo, cuando las lágrimas ahoguen tu grito desesperado, recuerda que siempre tuviste la solución en tus manos. Cuando todo esto suceda, déjate caer pero en las manos de Dios.